Después de ser desterrados de Nicaragua el pasado fin de semana, los obispos Rolando Álvarez e Isidoro del Carmen Mora Ortega, junto con otros 16 religiosos, han llegado al Vaticano en busca de refugio. Estos líderes católicos fueron liberados por el régimen que los mantenía detenidos, y ahora son designados como “huéspedes de la Santa Sede”. En las próximas horas, sostendrán reuniones con las autoridades vaticanas para discutir su situación y el complejo panorama político-religioso en Nicaragua.

Rolando Álvarez, de 57 años, es un emblema de la oposición en Nicaragua y fue condenado a 26 años de prisión por traición a la patria, propagación de noticias falsas y desacato. Su liberación, junto con la de otros religiosos, marca un punto crítico en el enfrentamiento entre el gobierno de Daniel Ortega y la Iglesia Católica. El grupo de 18 religiosos, que incluye a Álvarez, al obispo Isidoro del Carmen Mora Ortega, dos seminaristas y 14 sacerdotes, ha sido recibido en Roma con el estatus de “huéspedes de la Santa Sede”.

Este episodio sigue a una serie de tensiones entre la Iglesia Católica y el gobierno de Ortega, que ha llevado a la detención de varios religiosos desde el 20 de diciembre de 2023. La liberación y el destierro de estos líderes religiosos, llevados a cabo de manera secreta y de madrugada, reflejan el deterioro de las relaciones entre la Iglesia y el gobierno. La llegada de estos obispos al Vaticano plantea interrogantes sobre el papel de la Iglesia en medio de la agitación política en Nicaragua y las posibles repercusiones internacionales.

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