Esta es la primera vez que la Iglesia de Roma beatifica a toda una familia. El Vaticano también incluyó al hijo por nacer de los Ulma en la beatificación, a pesar de que no estaba bautizado, ya que nació durante el martirio de su madre y se considera que fue bautizado por sangre.

La familia Ulma, compuesta por Jozef y Wiktoria Ulma y sus siete hijos, acogió y escondió a ocho personas judías en su hogar en Markowa, Polonia, durante la ocupación nazi. Todos fueron asesinados por las fuerzas nazis en 1944. Jozef era un granjero y aficionado a la fotografía, y algunas de sus fotografías que documentan la vida cotidiana de la familia y su convivencia con los judíos refugiados han sobrevivido y se han convertido en una reliquia del martirio.

La beatificación de la familia Ulma es un reconocimiento de su valentía y solidaridad en un momento de grave persecución y genocidio. Además, es un gesto importante para el diálogo interreligioso y la amistad entre comunidades religiosas en un mundo marcado por la violencia y la intolerancia. La historia de los Ulma también resalta la importancia de preservar la memoria histórica y dar testimonio de actos de humanidad en medio de la barbarie. Su sacrificio ha sido reconocido tanto por Israel, que los honró como “Justos entre las Naciones”, como por la Iglesia católica a través de su beatificación.

La beatificación de los Ulma es un recordatorio de la importancia de la solidaridad y el respeto entre diferentes comunidades religiosas y culturas, especialmente en tiempos de conflicto y persecución. Su historia sigue siendo un ejemplo de coraje y compasión en medio de la adversidad.

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